En la cultura cristiana de hoy, es fácil confundir ser creyente con ser discípulo. Muchos de nosotros nos sentimos cómodos diciendo que creemos en Cristo, asistiendo a un servicio dominical y siguiendo con nuestra semana sin pensar mucho en lo que significa realmente seguirle. Pero Jesús no nos llamó a solo creer; Él nos llamó al discipulado. Así que hagamos esta pregunta difícil: ¿eres simplemente un creyente o estás viviendo como un discípulo?
Diferencias Claves
1. Los Creyentes Reconocen; los Discípulos Siguen
Es posible creer en Jesús sin realmente seguirle. Incluso los demonios creen en Dios y tiemblan (Santiago 2:19). Pero la creencia sola no es el objetivo. Jesús dice en Lucas 9:23: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Ser discípulo implica una entrega diaria, no un reconocimiento ocasional.
Los creyentes pueden amar la idea de la salvación, pero a menudo les cuesta aceptar el costo del discipulado. Seguir a Jesús significa rendir tu vida: tus preferencias, tu orgullo y tus planes, y abrazar los Suyos. ¿Estás dispuesto a cargar tu cruz diariamente o estás conforme con solo llevarla en tu cuello?
2. Los Creyentes Reciben; los Discípulos Dan
Los creyentes se regocijan en el regalo de la salvación—¡y con razón! Efesios 2:8-9 nos recuerda: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”Pero los discípulos no se quedan solo en recibir—también dan.
Jesús llama a sus seguidores a la generosidad sacrificial. Les dijo a sus discípulos en Mateo 10:8: “De gracia recibisteis, dad de gracia.” El discipulado implica invertir nuestro tiempo, recursos y talentos en el reino de Dios. No se trata de lo que podemos ganar, sino de lo que podemos dar al servicio de Cristo y de los demás.
3. Los Creyentes Escuchan; los Discípulos Obedecen
Muchos creyentes disfrutan escuchar sermones o leer devocionales, pero los discípulos van un paso más allá: aplican lo que aprenden. Jesús fue claro en Juan 14:15: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” La obediencia es la marca de un discípulo.
En Mateo 7:24-27, Jesús contrasta dos constructores: uno que oye Sus palabras y las pone en práctica, y otro que oye pero no actúa. Solo la casa del constructor obediente soporta las tormentas de la vida. ¿Estás construyendo sobre la roca de la obediencia o sobre la arena de la mera creencia?
4. Los Creyentes Son Salvos; los Discípulos Multiplican
Los creyentes son salvos por gracia mediante la fe, pero los discípulos son llamados a multiplicarse. La Gran Comisión de Jesús es un mandato para los discípulos, no solo para los creyentes: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19-20).
Un verdadero discípulo no mantiene su fe privada; comparte activamente el evangelio e invierte en el crecimiento espiritual de otros. ¿A quién estás discipulando? Si la respuesta es a nadie, es tiempo de preguntarte si has abrazado realmente el llamado al discipulado.
5. Los Creyentes Celebran; los Discípulos Se Rinden
Los creyentes celebran la gracia de Dios, pero los discípulos viven vidas de rendición continua. Pablo lo expresa bellamente en Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.”
El discipulado requiere soltar el control y confiar en Jesús con cada aspecto de tu vida: tus relaciones, tu carrera, tus finanzas y tu futuro. No es una decisión de una sola vez, sino un compromiso diario de morir al yo y vivir para Cristo.
¿Estás Listo Para Pasar de Creyente a Discípulo?
La diferencia entre un creyente y un discípulo no se trata de la salvación—se trata de la transformación. La salvación es el regalo de Dios para ti, pero el discipulado es tu respuesta a Él. Jesús nunca nos llamó solo a creer en Él; nos llamó a seguirle, a ser como Él y a guiar a otros a hacer lo mismo.
Entonces, ¿dónde estás? ¿Te conformas con creer o estás listo para dar el próximo paso y vivir como un discípulo? Jesús te está llamando a algo más profundo. Él no quiere solo una parte de tu corazón—Él lo quiere todo.
Recuerda Su promesa: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviera, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Juan 12:26). Ser discípulo puede costarte todo, pero te dará más de lo que jamás puedas imaginar: intimidad con Jesús, propósito en Su misión y vida eterna en Su presencia.
¿Estás listo para responder al llamado? No solo creas—¡sigue!
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